Mi experiencia Erasmus comenzó el curso pasado en Gävle, un pueblo de Suecia. Me fui cuatro meses a hacer allí las prácticas de magisterio y la verdad es algo único, lo que puedo hacer es recomendarle a todo el mundo que se vaya de Erasmus, que es irrepetible y te cambia la forma de ver las cosas.
La única pega que le veo es el dinero, no es una beca Erasmus, como dicen, sino un programa Erasmus. Te dan 50.000 pelas al mes (300 euros) y sólo el alquiler te cuesta eso. Tienes que pagarte el viaje de ida, el de vuelta, la comida, la ropa, los gastos varios para salir... es decir: todo. Pero bueno, como sabes con antelación si te han dado la plaza, pues trabajas unos mesecillos y llevas tu dinero ahorrado.
La gente es estupenda, no sólo conoces a la gente del lugar donde vayas, sino a un montón de Erasmus de otros países, la mezcla de culturas y la cultura entre ellas es impresionante, así como el nivel de educación, de medios técnicos, de ayudas sociales. El resto de Europa es un mundo muy distinto al que nos cuentan por televisión, y hay que ir para vivirlo.
Las asignaturas no son muy difíciles y vamos, prácticamente vas aprobado, porque no vas a volver en septiembre a hacer los exámenes.
Por otra parte, allí lo del programa Erasmus (en Suecia) está muy bien organizado, no como aquí que te vas a la buena de Dios, sin saber ni dónde vas a dormir, ni cuándo ni por cuánto. A través de e-mails te informan de todas tus opciones, tienes un tutor de erasmus (un sueco que hace de guía y te enseña las cosas, te presenta el resto de Erasmus, etc.).
Y eso, que de verdad que es de las mejores decisiones que tomé en la vida, irme de Erasmus. Hacedlo, y si no os gusta, que lo dudo, pues te vuelves y al año siguiente cursas esas asignaturas en tu facultad. Pero no creo que se dé el caso, porque sólo tengo buenos recuerdos de allí, como todos los que fuimos.
Por Silvia María García San Román
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