MI PASO POR LA ARGENTINA


Por Aranzazu Álvarez



Después de atravesar  cientos de kilómetros de distancia de mi país lindo querido  rumbo al nuevo país que me acogería, miraba por la ventanilla del avión los nuevos cielos que me verían despertar sin mi familia pero con las ganas de vivir nuevas experiencias y amistades por conocer.

Ese cielo era de la Argentina, rumbo a Mendoza. Un destello muy peculiar y distinto al mío. Parecido
a la bandera que simboliza a los ches, parecido al sol que acoge a los que llegan para quedarse un tiempo y llevarse momentos cálidos, producto de una convivencia con la cultura del sur.
Mi experiencia superó las expectativas que formaba horas antes de aterrizar, no pensé que el recibimiento fuese tan intencional, que fuese tan grande la tibieza de los argentinos, los paisajes tan austeros  pero con historias que contar, las bajas temperaturas por esto de los últimos días de invierno, anuncios grandes que pregonan los tan famosos asados argentinos, melenas masculinas y cabelleras  femeninas muy despejadas, estilos de vida tremendamente  europea, y su singular música: el tango.
Extraño los tacos y el menudo matutino de mi madre, no creo que nada de lo que encuentre de aquí a la Patagonia ponga conforme a mi paladar, pero sé que el goce valdrá el sacrificio. Más  fotos y amistades completarán etapas de mi vida, más sonrisas compartiré con gente que no conocía, más importante será mi experiencia por agotar los minutos y cantar un pregón en cada uno que ya haya muerto, felicidad será la mía al contar que estuve en la Argentina.

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